Hola, Vanita
Qué lindo volver a escribirte. Me tomé este tiempo para recuperar energías, hoy quería escribirte sobre algo que atravesé los últimos meses: una versión trial de cómo manejarse en el sistema de salud israelí. Para varixs argentinxs, adaptarse puede llegar a ser un dolor de cabeza. Creo que ninguno de los Olim Jadashim con los que charlé entienden bien cómo funciona. Pero espero poder darte algunas claves a partir de mi experiencia.
El sistema se llama PPP (de Participación Público Privada) y está inspirado en el modelo de salud inglés. Yo recuerdo que desde antes de llegar a Israel me preguntaron qué cobertura médica elegía, porque el Estado te cubre los primeros seis meses de su costo. Entre Maccabi, Leumi, Mehujedet y Clalit -que son los fondos de salud posibles-, elegí Maccabi. Le pregunté a 3 amigxs que viven acá y me argumentaron que Maccabi está en todos lados y que nunca habían tenido un problema. Por Maccabi Shelí, que es el servicio “gold” de Maccabi -la cobertura que tengo yo-, los menores de 30 pagamos 75 shekalim por mes, o sea, dos birras aproximadamente. Sin embargo, muchas personas tienen también Harel, que es un seguro privado, como para complementar los puntos bajos que tienen tanto Maccabi como Clalit.
Paso a explicarte lo que averigüé:
Tati Podliszewski, que vivió en Israel y ahora está en Inglaterra, me contó que cuando tuvo una infección urinaria la atendieron, porque lo importante es la urgencia. Pero después, para los controles le costó mucho conseguir turno, aunque le seguía doliendo. En Inglaterra, según afirma, la atención fue efectiva pero muy impersonal. A la hora de fisioterapia, sólo le dieron ejercicios de tarea para su hogar.
Karu Leikis, que tiene 30 años, me contó literalmente: “tenía una verruga en el dedo, entonces decidí ir a la dermatóloga. El primer turno me lo dieron para dentro de 3 meses. Pasaron los 3 meses y me atendió un ruso que no hablaba una palabra de inglés y yo traté de comunicarme con mi escaso hebreo y señas. Me fui con una cremita que no me sirvió para nada. Ni siquiera me senté en el consultorio. Listo, cuando vaya a Argentina lo resolveré.”
Una de las cuestiones críticas que más me mencionó @xelaing es que “nadie termina de entender el sistema de guardias de noche si tenés una urgencia. Es muy probable que termines en una guardia privada que te cobre cientos de shekels”.
A partir de este aprendizaje, querida amiga, si te pasa algo, por las dudas, llamá primero al *3555 (el 0800 de Maccabi) y que ellos te indiquen cómo proceder.
Además de estas cuestiones, en general los comentarios son que no se consiguen turnos para menos de tres meses y que generalmente tenés la necesidad de que te aprueben la derivación antes de ir a algún especialista, o incluso que hay que esperar que aprueben el copago para un tratamiento. Decidí empezar a investigar sobre este tema cuando hace unas semanas estaba en el norte del país, en el Kibbutz De’Gania, como madrijá de un grupo de mexicanos. A la tarde comencé a sentirme mal y tomé un antiinflamatorio para el dolor de cabeza pero el malestar se acrecentaba a medida que pasaban las horas. A las 20 no me podía levantar de la cama y me empecé a preocupar. Estaba sola en el kibbutz, no tenía comadrij, ni bitajón (guardia de seguridad), ni nadie. Ya me había pasado algo así antes, necesitaba suero. En la Argentina había llamado a un médico a domicilio que me lo puso. Acá no supe qué hacer. Suena muy white people problem decirlo pero extrañaba a Osde.
Cuando llamé a Maccabi me dijeron que los médicos a domicilio no colocan suero, que sólo te atienden y te dan la receta para que vayas a comprar lo necesario a la farmacia. Lo que en ese entonces significaba: “quédate dormida, porque acá no hay farmacias cerca”. Comencé a pensar en llamar a una ambulancia. El problema es que si llamás a una ambulancia y ellos consideran que no era necesario, te cobran entre 500NIS y 1500NIS, que son más de 400 dólares como multa. Tenía mucho miedo de que me cobren por mi mal criterio. Finalmente llamé a Maccabi y pedí con un médico online, que me hizo muchas preguntas y me dio la “afnaiá” (derivación) para poder ir al Terem, un centro médico básico o a un “Jeder miun” (una salita de salud parecida a los CESAC de Buenos Aires) y que me atiendan por no más de 93 shekalim.
Al día siguiente, hablé con @jonymeta, y le pregunté cómo se debe proceder en casos de emergencias. Y él lo definió así: “Si te pasa algo, siempre siempre tenés que llamar a la kupat jolim -cobertura médica, en este caso Maccabi- y que ellos te deriven a donde consideren. Si no, te pueden cobrar por equivocarte.” Así que menos mal que no llamé a la ambulancia.
Según el médico argentino-israelí Ariel Perelsztein, que trabaja en salud hace 10 años, “solo el 12% de la población argentina puede acceder al sistema de salud con prepaga”. Yo me reía de mis propias ganas de llamar a Osde, que es un privilegio de clase media alta, pero entiendo que en Argentina el sistema de salud está quebrado hace años: El resultado es que “no garantiza la atención de toda la población y es inequitativo, con segmentos de la sociedad con sobre abundancia de oferta, encimada y redundante, y grandes sectores sociales que cuentan con una escasa atención”, dice el periodista Randy Stagnaro en esta nota de Tiempo Argentino. En Israel, aunque los ciudadanos percibimos las deficiencias del sistema, según Perelsztein, el modelo es accesible y de acuerdo a la OECD está dentro de los 10 mejores del mundo en ranking de eficiencia (resultado de la inversión en salud / el resultado poblacional). Israel gasta entre el 7.4 y el 7.6 de su PBI en Salud y es un sistema preventivo. Y creo, amiga, que acá está el problema.
Si bien podemos decir que el carácter preventivo es un punto a favor para el funcionamiento del sistema de salud porque evita que el paciente llegue al hospital, por otro lado pretende que el ciudadano tenga el criterio para determinar a dónde consultar de acuerdo a su cuadro: si ir al hospital, llamar a la ambulancia, ir al Terem, llamar a un médico a domicilio o ir a un jeder miun. Además, te hacen decidir bajo la amenaza de multas, como mencionaba anteriormente. Esta amenaza para el Olé Jadash es difícil y te obliga a desarrollar una nueva capacidad. Yo estoy acostumbrada a ir al Hospital Italiano si me pasa cualquier cosa de salud: sea una fractura o una otitis. Lo admito: soy argentina, judía y por momentos un poco hipocondríaca (me hago chequeos anuales “por las dudas”) y este chip en Argentina me funcionaba, porque era “gratis” ir a la guardia teniendo prepaga, no había multas ni situaciones que demandaban criterio en urgencias. Acá funciona de manera distinta.
Después de toda mi investigación, comparto algunos PDFs para descargar y tratar de comprender lo que las entidades que asesoran para la Aliá no me explicaron. Cuando me pidieron que eligiera mi cobertura entre las opciones, pregunté las diferencias entre ambas y me dijeron: “no sé, esto te lo puede contar un ciudadano que viva allá”. Me parece bien que el Olé Jadash reciba el servicio de salud gratis por 6 meses, pero acaso ¿no deberíamos entender qué se nos está regalando? Nunca nadie me lo explicó, ni tampoco recibí al menos un folleto al empezar a tener la cobertura.
Sé que mi narrativa comparativa con Argentina viene desde un lugar privilegiado. El sistema funcionaba “bien” porque iba al Hospital Italiano o al Finochietto en detrimento de pacientes que se atienden en hospitales desbordados y con bajos recursos. En Israel, en este sentido, es más inclusivo. Será que tendré que aprender a adaptarme en esto también.
Un abrazo fuerte,
Shei
Muy bien explicado ! Gracias por esta información. La estudiaré más detenidamente. Me encantó el estilo del escrito 🙌