Desde hace dos días pienso y pienso en cómo escribirte sobre lo que pasó. Qué suerte que decidiste hacerlo antes de que lograra alinear los pensamientos.
No sé si te conté pero desde hace por lo menos dos meses yo tengo al 7 de abril guardado como una fecha importante en el calendario. El 7 de abril se estrenó Madres Paralelas, la nueva película de Almodóvar que me moría de ganas de ver. Durante los últimos 10 días chequeé obsesivamente todos los días el sitio web del cine para lograr sacar entrada para el jueves pasado, en el Dizengoff Center. La saqué, e invité a mi amiga Michu a venir con nosotros. No había ido nunca antes al cine y el solo hecho de tener una peli en español para ver en Tel Aviv me hacía feliz. Extraño esas pequeñas cosas que podíamos hacer en casa.
Eran las nueve y diez del jueves 7 de abri y salimos del departamento. La peli era diez menos veinte. Le mandé un audio a Michu diciendo que estábamos en camino. Nueve y veinte, llegamos pedaleando hasta Kikar Rabin, y ahí escuchamos de pronto las sirenas de las ambulancias. Cuando digo muchos, es muchos. Imaginate un ruido constante que no para nunca, al que se van sumando más y más ambulancias, todas descoordinadas y sonando al mismo tiempo. Me asusté, por un segundo vi todo nublado. Cruzamos en rojo ambos y miramos alrededor. De pronto una camioneta tipo Traffic se abrió a dos metros nuestro y salieron de adentro entre 7 y 10 soldados, aunque no pude contarlos. Todos uniformados, todos con sus armas apuntando hacia adelante como si fueran a disparar ahí mismo. Me paralicé. Nunca jamás vi una escena así. Me bajé de la bici y agarré el celular para ver qué había pasado, Michu me estaba llamando. “Hubo un tiroteo en Dizengoff, no los agarraron, hay que ir a casa”. Mi novio revisó un grupo de periodistas y gente de los medios de WhatsApp. Los mensajes no eran claros, pero alguien dijo la palabra que no me olvidaré nunca:
פיגוע (se dice pigúa - significa ataque terrorista)
La profesora de Ulpán hace unos meses me había dicho que esa palabra en este país te la tenés que aprender. Así lo hice.
Eran 9.28 pm. Todavía llegábamos a la película si queríamos, pero ir hacia el lado del cine (del que estábamos a cinco cuadras) no era seguro. El Dizengoff Center queda a 900 metros de donde todo estaba sucediendo. Nosotros estábamos apenas a 600 y no lo sabíamos. Lo decidimos en un segundo: “vamos a casa”, me dijo Noy. Los veinte minutos que pedaleamos hasta llegar no los recuerdo, los hice sin pensar y sin aliento. Hasta que no cerré la puerta con llave al entrar no pude darme cuenta de algo que mi novio me dijo muy serio, unos segundos después: “en estas situaciones no podes quedarte parada, hay que salir corriendo”. Es la primera vez que me pasa, ahora sé que a veces el miedo me puede congelar.
Después tuve que contarlo un par de veces, a mis amigas, a mis viejos… y me quedé pensando en esa sensación de alivio que me daba ir al cine a ver una película en español y que cambió en un segundo para siempre.
¿Te acordás de lo que nos pasaba cuando éramos chicas? En mi casa a mí me enseñaron que pasara lo que pasara en el país (una crisis, un corralito, una dictadura, enfermarme, quedarme huérfana, lo que sea) yo siempre iba a tener Israel. Lxs judíxs del mundo siempre íbamos a tener a Israel para refugiarnos si alguien nos perseguía, si algo malo nos pasaba. Irónicamente, ante la posibilidad de estar en peligro, anteayer resignifiqué ese enorme privilegio: yo siempre voy a tener a Argentina. No importa que yo haya entendido perfectamente cuando mi novio me dijo “vamos a casa” que él se refería a mi casa en Tel Aviv. Sé que siempre voy a tener a Argentina, y que Argentina es también mi casa.
Pero él, como su familia, mis vecinxs y mis compañerxs de trabajo… Así como Tomer, Eytam y Barak hay nueve millones que no tienen esa suerte, ese privilegio. Están acá, nacieron acá, en la supuesta tierra prometida. Son judíxs y viven en el único Estado judío en el mundo. No tienen adónde ir, se van a quedar acá. Y este conflicto horrendo va a seguir hasta que se entienda eso: están (estamos) acá para quedarnos.