Leí tu carta en una lancha-bondi en Venecia. Unas horas después, te escribí mi respuesta, mirando las góndolas pero más a una gaviota que se me puso al lado y me dio un poco de miedito por mi almuerzo. Me grabé una nota de voz que acá transcribo.
Shei:
Se cumplen 365 días del día en que pisé este país como ciudadana por primera vez y no sé bien cómo pasó todo este tiempo. No lo tengo tan registrado como me gustaría y no escribí nada este año a diferencia de otros. Nada más aparte de nuestras cartas. Mi psicóloga me dijo, cuando le conté que eso un poco me inquietaba, que quizás la gente cuando está feliz no escribe tanto como en momentos de angustia. Si vieras lo que fue mi diario de viaje en Israel 2019-2020, le darías la razón a su simplificación absurda.
Como en todo momento de pretendida solemnidad, quise hacer un balance de todo lo que sucedió hasta ahora. No me salió como quería. Pero estoy segura de que hay varias cosas sin las cuales no habría sobrevivido un cambio de vida tan radical. Obvio que tener perritos es una de esas cosas, pero vamos a dejarla de lado porque mi vida hasta acá básicamente fue sobrevivir a cosas abrazando a mi perro, Israel no cambió eso.
Lo primero que quiero nombrar es que tener una familia fue absolutamente indispensable. Suena a que me volví una madre judía conservadora pero no hablo de la familia nuclear capitalista y ni siquiera de la pareja. Hablo de la familia elegida y en sentido amplio, de la comunidad. No es nada fácil ser migrante y admiro profundamente a quienes lo hacen completamente solxs. No sé si podría hacerlo. Pero aún haciéndolo solos, y acá sí va un consejo para quienes nos leen y están pensando en viajar: busquen su comunidad. Aprovechen que lxs israelixs todavía usan Facebook: contáctense con gente con intereses/estilos de vida/inquietudes similares. En Argentina cuando sos judío e integrás una comunidad, lo que te une con esas personas probablemente sea eso, que son judíos. Acá eso no funciona y a la mayoría de la gente de nuestra edad no le importa tu judaísmo. Buscar mi comunidad para mí es un proceso… está sucediendo de a poco, no se logra de un día para el otro y no tengo un paso a paso detallado como cuando pasamos tips para conseguir trabajo. Pero sólo por citar un ejemplo, en el último mes a dos personas distintas les pregunté como cuando éramos chicas, el famoso ¿querés ser mi amiga?. Me respondieron que sí, que obvio.
La segunda cosa absolutamente fundamental para bancarse el tránsito es justamente eso: hacer cambios. Yo creía que el desafío que tenía acá era el de adaptarme a un nuevo lugar con mi personalidad/cualidades/rasgos que desarrollé en Argentina. Bueno nada, ahora resulta que soy otra persona y entonces necesito entender quién soy. Todas las descripciones que usé para presentarme con la gente en mis primeros meses de aliá, hoy no me sirven de nada. Yo ya no soy más esa que se fue. El vértigo es absoluto. Bancarme el hecho de que estoy cambiando y que ya no soy la misma que era es incluso más difícil que hacer amigos nuevos usando preguntas demodé.
Pensando en tu viaje a Argentina y en mi viaje en enero pasado me doy cuenta de cuántas fichas me cayeron allá. No saber cuál es mi casa me incomodaba. Pensar que incluso mi casa podría no ser ninguno de los dos lugares me aterraba. Pienso que mi casa es un lugar flexible como estoy siendo yo. Me doy cuenta de todas las cosas que fui incorporando y cambiando y estoy convencida de que estoy siendo una mejor versión de mí misma. No necesariamente la mejor, pero sí una mejor que la que se fue hace un año del monoambiente en Villa Crespo.
Muchas veces la gente que me pregunta cosas sobre hacer aliá me habla de sus razones. Suena a que estoy inventando, pero en el último mes, te juro, que varias personas de pronto confiaron en mí cuestiones íntimas en relación a su salida de Argentina, sus problemas allá, sus deseos y sus objetivos de vida que aspiran a cumplir en su nuevo hogar porque allá no pudieron. Trato de ser clara, de no generar expectativas grandilocuentes. Creo que no podemos depositar todas nuestras expectativas de vida sólo en cambiar de país. Creo que lo mejor, sinceramente, es olvidar todas las expectativas. Ni acá ni en ningún país del mundo vas a cambiar tus circunstancias si no te animás a dejar de ser quien sos. Soltar la inflación del 40% anual y la presión diaria de tu mamá para que te cases y tengas hijxs suena a un plan ideal. Pero soltar esas cosas que te gustaban de vos, de las que alardeabas, con las que te definías en tu bio de Twitter, puede ser un golpe duro.
El proceso de ser migrante y de auto-percibirme como soy hoy sigue mucho más allá de los seis meses de adaptación que el Estado nos subsidia. Los vínculos que tengo me sostienen como siempre, pero ya no son los mismos. Intentar construir otros vínculos con gente por razones distintas a las que elegías hace cinco años creo que me está funcionando, eso y repensar absolutamente todas mis ideas. E improvisar. Porque si lo pienso dos veces a eso que estoy haciendo, si lo meto en los moldes de lo que supuestamente me gusta/me representa usando los esquemas del pasado, lo dejo de hacer inmediatamente. Todos los días, todo el tiempo, estoy improvisando como cuando era madrijá y me daba cuenta de que la actividad duraba 15 en lugar de 40 minutos. Probablemente por eso no estoy escribiendo tanto como quisiera. Porque vos sos mi amiga y me leés igual, pero yo soy capaz de empezar este texto de nuevo entero mañana.
Gracias por estar del otro lado. Y gracias por traerme el jorgelin blanco, todavía lo estoy saboreando.
Vanu
P.D: Un año después, o sea esta semana, cambié mi número de celular a +972 y mi location en Twitter. Espero tus felicitaciones ;).