Hola Shei, ¿cómo estás?
Tu último mail fue muy emocionante, me puso la piel de gallina leerte tan conmovida con el encuentro con Bensi y con la forma en la que entendés el sionismo… como una especie de tradición familiar. Me pregunté ¿será que en tu familia la herencia sionista pesa más que la judía? ¿o es parte de lo mismo? Estuve varios días pensando cómo responder lo que me preguntás, que ya sabemos que generalmente me cuesta :P.
A mí mi sionismo me genera dudas casi todo el tiempo. Tiene que ver en cierto modo con su definición, pero más bien conmigo misma, que entre que soy millennial y doble piscis, vivo todas mis identidades como una pregunta.
Cuando tenía 7 u 8 años en el shule (escuela primaria judía) nos vinieron a dar una charla y nos dejaron unas latitas con dibujos. La tarea era simple: teníamos que juntar monedas para que en Israel pudieran plantar árboles, porque ahí todo era un desierto.
Nos dijeron que, a diferencia de nosotros en Argentina que tenemos el Río de la Plata, muchos árboles y fuentes de agua dulce, ahí sólo tienen una, ese laguito chiquito que se ve arriba a la derecha. Entonces, necesitan cuidar mucho el agua y la naturaleza. Es más: por eso los israelíes tienen unos inodoros especiales con dos botones, uno para el pis y uno para la caca, porque así la poquita agua que hay no se desperdicia. Una vez junté hasta $67 con mis moneditas de 5 y 10 centavos. Estaba re orgullosa y lo llevé a la dirección de la escuela yo misma para que me felicitaran.
El viernes pasado fui a conocer "Love, Death & Plastic”, una exposición de la artista israelí Evelyn Anca. Su trabajo habla sobre la contaminación plástica y su impacto en el medio ambiente, los animales y los seres humanos. Todos los artículos en exhibición son esculturas, fotografías y pinturas que están hechas con desechos plásticos recolectados en las playas, en la naturaleza y en las áreas abiertas de Israel: te comparto algunas fotos.
Creo que definir el sionismo como un movimiento que defiende el derecho a la autodeterminación del pueblo judío sobre la tierra con la que tiene lazos históricos debe permitirnos, a partir de ahí, seguir haciéndonos las preguntas que toda identidad nos permite e invita a hacer. ¿Cómo llegó Israel a ser lo que es? ¿Qué tipo de país debería ser? ¿Si ser judío no siempre es ser religioso, tiene que ser Israel un Estado religioso? ¿Cuáles deberían ser los límites y cómo un sistema 100% democrático si hay otros pueblos que también tienen derecho a su autodeterminación en el mismo lugar?, etc.
Pero soy criada por las generaciones de “sionistas” que nos hablaron maravillas sobre el hogar nacional judío y sus árboles plantados gracias a nuestras monedas. Nos prometieron, valga la redundancia, que la tierra prometida iba a ser “nuestro lugar en el mundo” (como si en el mundo todas las personas tuvieran eso, UN lugar de pertenencia). Nos dijeron que por eso había que defenderlo. Para mí, el resultado de eso es una tremenda frustración. Israel no es maravilloso, es un país con los problemas de cualquier país, donde ser migrante (y latinoamericanx, encima) es complejo como en cualquier otro país.
Desde mi posición de “migrante con derechos” no quiero defender irrestrictamente y acríticamente todo, sino criticar a Israel todo lo que pueda y escuchar siempre las críticas que las personas tengan sobre él sin pensar apriori que son malintencionadas o “anti-sionistas”, porque ya aprendimos que las identidades no son blanco y negro: “mujer o varón”, “sionista o antisionista”... siempre existen los grises.
Ese audio decía: “Yo no te quiero influenciar negativamente porque ya sabés que estoy medio en una que no tolero nada de acá. Es muy difícil la vida de los olim, no es fácil armarse de la nada en un país que habla otro idioma y tiene otra cultura. Lo que veo es que vienen y tienen muuuuchos años hasta asentarse, conseguir un laburo de lo suyo, algunos ni siquiera lo consiguen. Entonces qué sé yo, tenés que tener una suma de privilegios y mucha mucha paciencia y mucha voluntad de hacer de este lugar tu casa”.
¿Soy lo suficientemente sionista si no siento que Israel sea mi casa? Si aún eligiendo, por razones del corazón (?) vivir acá en este momento de mi vida y siendo muy feliz con mi decisión, no me siento en casa… ¿Soy menos sionista por eso?… Esa es la pregunta que me hago sobre mi identidad en relación con este lugar.
¿El sionismo es con la idea o con su concreción en los hechos? Probablemente hayan cambiado los imaginarios sobre el hogar nacional judío a lo largo de la historia. ¿Creés que siguen siendo los mismos después de 73 años o desde la primera vez que alguien se llamó a sí mismo sionista? ¿Qué pensarían Herzl o Ben Gurión si viesen lo que hoy es este país?
Me preguntaste si me imagino haciendo aliá en algún otro momento de mi vida. Y sí, muchas veces me lo imaginé. Hace años que vengo pensando en hacer aliá… Pero mis frustraciones me convencían de pensarlo un poco más. Hasta que hablé con Israelíes “pura cepa”, a quienes muchísimas cosas acá les hacen ruido, pero que son mucho más libres al criticar. Recién ahí pude relajarme un poco con mis constantes dudas sobre si soy o no soy, parafraseando a Roxane Gay, “la mala sionista”: hablando de las cosas que les duelen, de porqué gobierna la derecha hace 40 años, del poder y la corrupción de la rabanut, de lo que cuesta llegar a fin de mes, de discriminación salarial contra mujeres y contra mizrahim y contra todo lo que no sea blanco-europeo, de la burbuja que Tel Aviv nos muestra y que está lejos de ser la realidad de todxs...
Solamente con eso, con darme la posibilidad de criticar a Israel para pedirle que sea un país mejor y para demandar todos los derechos que faltan para las minorías (acá si no sos judío varón con ascendencia europea y heterosexual, sos minoría), es que empecé a sentirme 100% sionista. Aunque siempre hay tiempo para seguir cuestionándonos, ¿no?.
Te quiero amiga, besos desde Tel Aviv (31 grados y yo cada día más #TeamInvierno)
Hace algunos años un tío abuelo que vivió allá después de la guerra me contó la siguiente anécdota: pasada la guerra del 48 se acercaron a Ben Gurión para contarle que hubo un salto, Ben Gurión respondió "ahora sí tenemos un país". La pregunta que me queda es si nuestro lugar en el mundo se puede definir solamente por pertenecer al pueblo judío, o si hay más aspectos de nuestra identidad que entran en juego (yo soy psicólogo, ni loco me pongo a revalidar el titulo allá x ejemplo, y tendría que trabajar de algo que pueda y no que realmente haya elegido como vocación".