“Ustedes que viven sin molestia en residencias seguras;
Ustedes que encuentran comida caliente y rostro amigo al volver a casa al atardecer: observen y vean si esto es un hombre el que trabaja en un pantano frío;
Él, que no conoce el descanso y lucha por un pequeño pedazo de pan.
Que se convierte en mortal por un “sí” o un “no”.
Observen y vean si esto es una mujer.
La que no tiene nombre ni cabellos;
a la cual no le quedan fuerzas para recordar,
que sus ojos están vacíos y su regazo frío como una rana en un día helado de invierno.
Reflexionen y recuerden que todo esto sucedió
Que pasaron estas cosas:
Que yo les ordeno grabarlas en su corazón.
Y las repetirán a sus hijos al regresar a casa y al ir en los caminos, al acostarse y al levantarse.
Y si ustedes callan – se destruyan sus casas y les aflija la enfermedad desde los pies a la cabeza y también sus descendientes les volteen la cara.”Si esto es un hombre, Primo Levi
Hoy se cumple un mes de mi llegada a Israel y no, no soy otra jajaja. Estoy escribiéndote mirando por la ventana del nuevo departamento al cual nos mudamos y siento que estoy muy feliz. Perdón a lxs lectorxs por la demora, es que estoy a full: trámites, hebreo y planes. Estoy conociendo gente todos los días, somos aproximadamente 180, con historias de vida absolutamente distintas y prejuicios que quedaron en la entrada del Mercaz Haklitá (centro de absorción, donde vivo). No sé si serán mi familia -espero que sí- pero creo que todo pasa por algo... seguro me crucé con esta gente para aprender algo. Disfruto mucho el ejercicio de preguntar por qué hicieron aliá. Hay gente que responde como si fuera una obviedad, como “¿por qué no?”, hay quienes que, aunque son muy chicos, (21 o 23 años) están convencidos de que este lugar es el mejor lugar en donde los judíos podemos estar y hay otros que están en un cumple, viviendo el día a día en la joda y con amigos. El promedio de edad es de 25-29 años. Lo mejor es que generás mucha confianza con gente que conocí “el otro día”. El jueves me sentía mal, llegué tarde a clase, Vero lo percibió y cuando la abracé, me largué a llorar y le dije que necesitaba hablar. Por lo cual, queridx lectorx: si estás dudando si ir a un Merkaz Haklitá o no, mi consejo es que esperes unos meses más y apliques. Yo te admiro, Vanita, no hubiera podido sin este marco. Es como las rueditas cuando uno aprende a andar en bici.
A raíz de esta “nueva familia” te quiero contar que tengo un familión de sangre acá en Israel. Esta semana el esposo de mi tía, o sea, mi tío político cumplió 94 años. Bensi es sobreviviente de la Shoá. Él y su hermana fueron los únicos de la familia que sobrevivieron a la catástrofe más emblemática del siglo XX. Mi tío sobrevivió porque se tiró de un tren camino a la muerte y a lo largo de ese camino había un bosque que los nazis usaban para matar gente en fosas comunes. Él pudo esconderse entre los árboles. A los pocos días llegó la liberación y lo rescataron. Bensi y su hermana se reencontraron en Italia, los llevaron a Israel y acá formaron una gran familia. Bensi se casó con mi tía, la hermana de mi papá. Mi tía es argentina y a los 16 años se vino a Israel en un barco de nosécuántosdías y en los primeros momentos, vivió el mismo proceso que yo, hasta incluso se hospedó en un Centro de Absorción en el que viví en uno de mis programas (lo cíclico no deja de sorprenderme). Junto a Bensi tuvieron 4 hijos, que a su vez tuvieron hijos y aunque el idioma sea un limitante para participar de “familia loca” (nombre de su grupo de whatsapp en honor a la argentinidad de mi tía) tengo mucha conexión con ellxs, mi tía se encargó como una artesana de aunar la argentinidad y su familia israelí: cada familia tiene imancitos en su heladera con algún ícono argentino, visitaron a mi abuela Sara al menos 3 veces Buenos Aires y hablan un “poquitou” español con acento israelí, lo cual es todo un logro para los ajenados a la era de Cris Morena en Israel.
Bien, volviendo al cumpleaños de Bensi: la situación fue absolutamente icónica. Nos reunimos toda la familia de mi tía (los Rotschtein), la del sobrino de Bensi (hijo de la hermana también sobreviviente) y yo (?). Cuando mi primo, el anfitrión, dio la bienvenida no pude evitar emocionarme. Estaba viviendo el sueño sionista por fuera de los libros. Fue un poco Herzl con ascendente en Ben Gurion. La fuerza de un sobreviviente celebrando sus 94 años, después de haber vivido literalmente en el infierno, una familia disfrutando la previa del Shabat y hablando hebreo (no es menor, un idioma que renació a la cotidianeidad cuando antes era solo para los textos bíblicos), otra familia que vino a compartir con primos lejanos, revalidando ese reencuentro en Italia entre Bensi y su hermana, y yo, una inmigrante sionista argentina.
Me acerqué a mi tía, le di la mano y me preguntó si estaba llorando porque extrañaba a mis papás. Obvio que no, en un segundo recapitulé el barco que mi tía se habia tomado 67 años atrás y todo lo que había armado en este país. Me pregunté si ella toma dimensión de todo esto. Sentí que todo esto tenía sentido, que estoy en el lugar donde quiero estar, apostando a seguir construyendo judeidad desde mi individualidad y al sueño de aquellos que dejaron literalmente la vida por este pueblo y este país.
Perdón lo cursi, pero la Shoa, mi familia y mi alia para mi tienen un comun denominador: el sionismo.
Amiga sabemos que no es fácil estar acá, pero más difícil habrá sido todo hace 60, 70 años atrás. ¿Te imaginás haber hecho aliá en otro momento de tu vida? ¿Creés que si no era ahora, no era nunca?
Abrazo desde Jerusalem (28* grados)
Shei